La recaudación de impuestos en el Imperio romano
Aunque muchos pueblos y culturas contribuyeron a la vida cultural de Palestina en los días de Jesús, los romanos eran los más poderosos. Ellos controlaban la tierra con ejércitos poderosos y bien entrenados. El emperador romano nombraba a un gobernador (procurador) que estaba a cargo de recaudar impuestos e impedir que la gente se rebelase contra Roma. Los romanos cobraban altos impuestos por la tierra, los bienes y los alimentos provenientes tanto del comercio como de una herencia. También se cobraban peajes a las personas que viajaban por las zonas bajo su control. Los impuestos eran destinados a sostener al ejército romano y mantener el control de Palestina. Los agricultores y los pobres eran los que más sufrían bajo este sistema de impuestos.
Los romanos hacían contratos con la gente local para recaudar impuestos. Estos recaudadores locales de impuestos (publicanos) recolectaban a menudo mucho más de lo que debían entregar a los romanos y se quedaban con el resto. En Palestina, esto creaba resentimientos entre el pueblo judío y aquellos vecinos que aceptaban cobrar impuestos para los romanos. A menudo, los recaudadores de impuestos eran vistos como traidores por los líderes religiosos judíos. Algunos los llamaban pecadores y decían que no eran bienvenidos para ser parte del pueblo judío o para adorar con ellos. Jesús comía con publicanos y les daba la bienvenida (Lucas 5:27-32; 19:1-10), y esto ofendía a aquellos que querían mantener a los recaudadores de impuestos al margen de la vida social judía.
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