La prostitución en la Biblia
Podemos encontrar dos clases de personas que ejercían la prostitución en las historias bíblicas. En primer lugar, están aquellas que tenían sexo con hombres para ganar dinero o para obtener algún favor personal. Algunas mujeres se hicieron prostitutas para sobrevivir cuando ya no estaban bajo la protección o el cuidado de un esposo, padre u otro miembro de la familia. Las prostitutas vestían elegantes vestidos y joyas para atraer a los hombres (Ez 16:8-26). Una prostituta llamada Rahab es bien conocida por ayudar a los espías de Josué a escapar de Jericó después de que se habían infiltrado en la ciudad (Jos 2).
Otra clase de prostitución, llamada a menudo prostitución «Sagrada» o «del templo», incluía a mujeres, u hombres, que tenían sexo con los adoradores de un dios o una diosa en un templo. Se creía que muchos de estos dioses o diosas hacían que la tierra y las personas fueran fértiles. En Canaán, había pares de estos dioses: Baal y Aserá y más tarde, Osiris e Isis. El profeta Oseas advirtió al pueblo de Israel el peligro de tener sexo con las prostitutas del templo en los rituales en honor a estos dioses cananeos de la fertilidad (Os 4:10-19). Más adelante, el rey Josías de Judá (639-609 a. C.) destruyó los edificios que albergaban «hombres prostituidos» (2 Reyes 23:7) que pudieron haber servido en la adoración de dioses cananeos. En las escrituras judías (el Antiguo Testamento), la infidelidad del pueblo Israel se compara a menudo con prostituirse o perseguir a las prostitutas (Is 23:16; Jer 3:6; Ez 16; Nah 3:4). En el Nuevo Testamento, el autor de Apocalipsis llama a Babilonia, es decir, al Imperio romano, una prostituta desvergonzada que tienta a la gente y a las naciones para tener relaciones con ella (Ap 17).
La ley de Moisés (Lv 19:29) prohibió la prostitución, y los culpables podrían ser apedreados hasta morir (Dt 22:21). La hija de un sacerdote que se prostituía debía ser quemada hasta morir (Lv 21:9). Además, el dinero ganado por las prostitutas no podía ser aceptado como regalo para el templo (Dt 23:18).
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