Jesús y el agua

La metáfora del agua está muy presente en los relatos del evangelio, simbolizando al mismo tiempo el caos, el renacimiento y la nueva vida. Jesús fue bautizado con agua, caminó sobre el agua y convirtió el agua en vino. Estas y muchas otras narraciones están basadas en las historias y experiencias de los antiguos israelitas, que utilizaron metáforas sobre el agua para entender mejor a su Dios. Para entender la relación de Jesús con el agua, debemos considerar, en primer lugar, las imágenes del agua usadas en las escrituras hebreas.

«En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo era un mar profundo cubierto de oscuridad, y el espíritu de Dios se movía sobre el agua» (Génesis 1:1-2, DHD).

Esta historia nos dice que Dios dio a luz a la creación formando y ordenando al caos del agua. Este es un importante punto de partida en la historia de los antiguos israelitas. El agua tenía diversos significados: desde la fuente de la vida, pasando por un lugar de peligro, hasta un medio de limpieza y renovación. En la primera historia de la creación se abrió un espacio entre las aguas donde la tierra pudo florecer. En la historia de la creación del segundo capítulo de Génesis, Dios comenzó con tierras estériles y utilizó agua como fuente de vida y renovación para el resto de la creación (Génesis 2:6-7). Por lo tanto, en ambos casos, ya sea mediante la separación entre el agua y la tierra o convirtiendo el caos del agua en una fuente de vitalidad, Dios demostró su autoridad divina.

Más adelante, en la historia del diluvio de Génesis, Dios manda que las aguas llenen la tierra desde arriba y desde abajo, barriendo el mal y, de manera temporal, restaurando la tierra al estado que tenía antes de la creación. Cuando las aguas retrocedieron, la relación entre Dios y la creación renació a través de un pacto según el cual Dios nunca destruiría la tierra a través de una inundación (Génesis 9:11).

Caos y orden. Muerte y renacimiento. Estos temas de las escrituras hebreas también son muy importantes en los Evangelios. Jesús comenzó su ministerio al sumergirse en el río Jordán (Mateo 3:13-17). A pesar de las protestas de Juan el Bautista, Jesús fue bautizado. Cuando salió del agua, los cielos se abrieron y el espíritu de Dios descendió sobre él «como una paloma». Uno podría leer este evento como una señal de la entrada de Dios en la experiencia humana. Jesús, a través de su experiencia en el agua, se sumerge en el caos de la humanidad y demuestra la limpieza del alma que viene a través de la gracia de Dios. Mientras que en Génesis 1:9-10 Dios trajo orden al agua separando los mares de la tierra, en Mateo, Jesús insiste en hacerlo entrando él mismo en las aguas.

Vemos la propia humanidad de Jesús en su inmersión en las aguas del bautismo. También vemos su divinidad cuando demuestra que él también puede controlar el agua. Jesús calmó una tormenta caótica (Marcos 4:35-41), caminó sobre el agua (Mateo 14:22-33) y convirtió el agua en vino (Juan 2:1-11). Tomando el agua (un recordatorio del primer pacto de Dios con la creación) y convirtiéndola en vino (símbolo de la sangre del nuevo pacto), Jesús decía: «Si alguien tiene sed, venga a mí, y el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura, del interior de aquél correrán ríos de agua viva». (Juan 7:37-39, DHH).

Tomamos agua para nutrir nuestro cuerpo. Bebemos el vino de la comunión para alimentar nuestro espíritu. Y somos bautizados con agua como símbolo de transformación y redención. Así como Cristo transformó el agua en vino, a través de la cruz él transformó su sangre en limpieza, redención, en agua viva.

Una mirada al texto

Lea estas historias sobre Jesús y el agua:

  • Mateo 3:13-17
  • Marcos 4:35-41
  • Mateo 10:40-42
  • Mateo 14:22-33
  • Juan2:1-11

Piense en las diferentes maneras en que Jesús interactúa con el agua y responda: ¿Qué función tiene el agua en esta historia? ¿Cómo estas interacciones nos ayudan a entender la humanidad y la divinidad de Jesús?

Una mirada a nuestro mundo

El océano, los lagos y los ríos proporcionan a menudo un espacio para la paz y el sentido de lo sagrado. Pero las tormentas, la contaminación y las inundaciones nos recuerdan el caos que también se encuentran en el agua. ¿Cómo ha experimentado el agua como fuente de caos o de miedo? ¿Cómo ha experimentado el agua como medio para experimentar la presencia de Dios?

En el mundo occidental estamos acostumbrados a tener acceso a agua potable con solo abrir el grifo. Pero más de mil millones de hijos de Dios carecen de acceso inmediato a agua potable y dos millones de estas personas mueren cada año debido a enfermedades contraídas a través de aguas contaminadas. Muchas de las personas más pobres del mundo consumen su tiempo, su energía y sus recursos caminando en busca de agua potable. Los niños y las mujeres gastan mucho tiempo y energía buscando y llevando agua, en vez de ir a la escuela o compartir como comunidad. El agua se está convirtiendo en un negocio en los países en desarrollo, ya que los empresarios buscan maneras de privatizar los ya limitados suministros de agua.

¿Es el agua algo sagrado? ¿Qué papel debe desempeñar la Iglesia en el abastecimiento y acceso a agua limpia y fresca para los pobres del mundo? Vuelva a leer Mateo 10:40-42. ¿Cuáles son las implicaciones teológicas de negarle a una persona el acceso a agua limpia?

Jenny Phillips es la Coordinadora de Educación Continua y Extensión Académica en la Escuela Teológica de Drew University en Madison, Nueva Jersey, y escribe recursos para iglesias y ministerios al aire libre. Tiene un Maestría en divinidad de Union Theological Seminary en Nueva York, NY.

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