Guía de estudio bíblico: Miqueas
¿Por qué el libro del profeta Miqueas es especial?
En hebreo, el nombre «Miqueas» significa «quién es como el Señor». Esta frase es una exclamación más que una pregunta. En su libro, el profeta Miqueas proclama que nadie es tan poderoso como el Señor Dios de Israel. Dios juzga a los líderes del mundo y a las naciones que se oponen a Él e ignoran su deseo de justicia, pero también salva a los que confiesan sus pecados y vuelven a Él (7:9,18,19).
A Miqueas no le importaba provenir de un pequeño pueblo rural; tenía valor para reprochar a los líderes de las capitales de Israel y de Judá. Su valor era tan grande que aun seguía siendo famoso cien años más tarde, en la época del profeta Jeremías (Jeremías 26:18).
Un breve pasaje de Miqueas (5:2-5) se ha convertido en uno de los más importantes para los cristianos, en él se habla sobre un pastor de Belén que cuidará a sus ovejas (su pueblo) y establecerá la paz en el mundo. El autor del Evangelio de Mateo identificó a Jesús de Nazaret como este «pastor» (Mateo 2:1-6).
¿Por qué se escribió el libro del profeta Miqueas?
El Señor Dios había hecho pactos con los antepasados del pueblo de Israel: Abraham y Jacob (Génesis 12:1-3; 15:4-5; 35:9-12; Miqueas 7:20) y Moisés (Éxodo 3:7-8; 20-24; Deuteronomio5-7). Dios prometió bendecir a Israel con tierra y con muchos descendientes si le rendían culto solamente a Él y obedecían su ley.
Miqueas proclamó que muchos del pueblo de Dios se habían alejado de la ley de Dios y estaban en peligro de perder sus promesas. Los mensajes del libro estaban dirigidos especialmente a Samaria, la capital del reino del Norte (Israel) y a Jerusalén, la capital del reino del Sur (Judá). En vez de adorar y obedecer al Señor, los líderes y los habitantes de estas ciudades adoraron a otros dioses y engañaron y robaron a los pobres; por eso el Señor iba a castigar a Israel y Judá.
Miqueas anunció también que Dios rescataría a su pueblo. Dios haría que regresaran a su patria para adorarlo nuevamente en Jerusalén (4:1-13) y elegiría un líder que los cuidara como un pastor y estableciera la paz (5:2-5). Miqueas comparte una esperanza con el profeta Isaías según la cual, un día, la ley del Señor sería obedecida por todas las naciones de la Tierra y todas las armas de guerra serían transformadas en «arados y hoces» (Isaías 2:1-5; Miqueas 4:1-5).
Aunque el pueblo de Dios (Israel) había sufrido en manos de naciones como Asiria (5:5-6) y Babilonia (7:12), el Señor perdonaría a Israel y renovaría las promesas que hizo con sus antepasados (7:18-20).
¿Cuál es la historia del libro del profeta Miqueas?
Miqueas provenía de un pequeño pueblo rural llamado Moréset, ubicado aproximadamente a veinticinco millas al suroeste de Jerusalén. Miqueas (1:1), predicó durante el tiempo de los reyes de Judá: Jotam (740-736 a. C.), Ahaz (736-716 a. C.) y Ezequías (716-687 a. C.). También reprochó a los líderes de Samaria y Jerusalén repitiendo las advertencias de los profetas que lo habían precedido, Amós y Oseas.
Los líderes y los habitantes de Samaria serían juzgados por adorar a otros dioses y tratar injustamente a los pobres (Oseas 2:2-13; Amos 5:10-27; Miqueas 1:2-7). Estas advertencias se cumplieron en 722-21 a. C., cuando Asiria invadió a Israel y conquistó Samaria. Muchas de las personas del reino del Norte, Israel, fueron obligadas a dejar sus tierras y a vivir en otras partes del Imperio asirio.
Miqueas advirtió a los líderes de Jerusalén que sufrirían un castigo similar, ya que estaban cometiendo los mismos errores (Miqueas 1:8-2:11; 3:8-12). En 701 a. C., los asirios invadieron la región natal de Miqueas, Moréset, destrozando muchas ciudades de Judá. Jerusalén fue rodeada, pero escapó a la destrucción cuando el rey Ezequías pidió la ayuda de Dios (2 Reyes 18:13-19:37). En el año 586 a. C., otro enemigo, Babilonia, captura a Jerusalén y muchos de sus ciudadanos más importantes fueron llevados cautivos a Babilonia (2 Reyes 25:1-21).
La destrucción de Samaria y Jerusalén, sin embargo, no era la última palabra que Dios enviaba a través de Miqueas. A pesar de que Dios actuaba como juez, se preocupaba por su pueblo. Un día el pueblo volvería a Jerusalén y adoraría al Señor en el templo y un nuevo líder los conduciría a Dios como un pastor fiel y establecería un tiempo de paz.
En el año 539 a. C., los persas conquistaron a Babilonia y permitieron que muchos judíos regresaran a reconstruir a Jerusalén y su templo (2 Crónicas 36:22-23). El nuevo templo fue dedicado en el año 515 a. C. (Esdras 6:13-18). Las palabras de esperanza de Miqueas hacen eco de las grandes promesas de los profetas de Israel (Isaías 45:1-13; 52:1-12; 59:9-21; Jeremías 46:27-28; Ezequiel 37; Zacarías 9:9-17).
¿Cuál es la estructura del libro del profeta Miqueas?
Las profecías de Miqueas intercalan mensajes de fatalidad y esperanza. Los académicos han señalado muchas similitudes entre los mensajes de Miqueas y de Isaías, dichas semejanzas sugieren que la forma final del libro de Miqueas puede deberse al trabajo de un editor posterior, aunque no se sabe con seguridad.
Véase también la introducción a Isaías.
El libro se puede dividir de la siguiente manera:
- Mensajes de juicio contra Israel y Judá (1:1-3:12)
- Mensajes de esperanza para el pueblo de Dios (4:1-5:15)
- El Señor pone al pueblo de Israel en juicio por sus pecados (6:1-7:7)
- El Señor perdona a quienes confiesan sus pecados (7:8-20)
MENSAJES DE JUICIO CONTRA ISRAEL Y JUDÁ
Miqueas anuncia el juicio del Señor contra Israel y Judá. Sus líderes han permitido la adoración de ídolos y han hecho caso omiso al deseo de Dios por la justicia. Dios utilizará ejércitos enemigos para destruir a Samaria y a Jerusalén y los líderes sentirán el mismo dolor e impotencia que han causado a su propia gente. Un mensaje de esperanza (2:12-13) proclama que los que sobrevivan los días del juicio serán reunidos de nuevo como pueblo de Dios.
MENSAJES DE ESPERANZA PARA EL PUEBLO DE DIOS
Miqueas promete que, en el futuro, personas de todo el mundo adorarán al Señor en Jerusalén. La paz vendrá cuando se viva según la ley de Dios. El pueblo de Dios regresará a Judá y reconstruirá la ciudad después de un tiempo de castigo. Dios nombrará un rey para cuidar de su pueblo y establecer la paz. Los enemigos serán derrotados y los ídolos destruidos.
EL SEÑOR PONE EL PUEBLO DE ISRAEL EN JUICIO POR SUS PECADOS
El Señor Dios invita al pueblo de Israel a explicar sus malas acciones. Se han olvidado de cómo el Señor los salvó en el pasado y ahora están pecando contra Dios, olvidando lo que es correcto y lo que Dios quiere (6:8). Jerusalén y sus habitantes serán castigados (6:16), pero Miqueas tiene la esperanza de que Dios cuidará y escuchará las oraciones de su pueblo (7:7).
EL SEÑOR PERDONA A QUIENES CONFIESAN SUS PECADOS
Los poemas individuales al final de Miqueas, afirman la esperanza de manera conjunta. En primer lugar, el pueblo confiesa su pecado y declara su confianza en el Señor (7:8-10). A esto sigue la promesa de una Judá restaurada (7:11-13). Miqueas ora para que las naciones que se burlaron de Judá (7:10) tengan «miedo» de su Señor. Por último, el pueblo de Judá alaba a Dios por perdonarlos y mantener las promesas hechas a sus antepasados (7:18-20).
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