Después del exilio: El pueblo de Dios regresa a Judea

Audience: Adult Individuals Format: Web

En Babilonia

La Biblia contiene muy poca información acerca del siglo VI a.C., tiempo en el cual muchos de los israelitas vivieron en el exilio en Babilonia. Aunque la gente no podía adorar a Dios en el templo de Jerusalén, los babilonios les permitían reunirse y practicar su religión. Los israelitas contaban historias de sus antepasados, escuchaban las palabras de los profetas y estudiaban la ley de Moisés. Se cree que fue durante la época del exilio que algunos de los sacerdotes de Israel añadieron libros a las escrituras antiguas y escribieron libros nuevos, para que la gente no se olvidara de quiénes eran ni de dónde venían.

Volver al hogar en Judea

Muchos de los judíos habían sido enviados al exilio entre los años 597 y 582 a.C. En el año 539 a.C., Ciro de Persia conquistó Babilonia. Casi un año más tarde, él dio al pueblo judío la autorización para retornar a su patria Judea. Los libros de Esdras y Nehemías en el Antiguo Testamento narran el periodo de cien años que siguió a la época del exilio. Los libros de los profetas Hageo y Zacarías también provienen de esta época. En algún momento entre los años 500 y 425 a.C., un sacerdote llamado Esdras exhortó a la gente a regresar a sus tradiciones judías y obedecer la ley de Moisés. Esdras llegó al extremo de obligar a los hombres judíos a renunciar a sus esposas extranjeras (Esd 9:10).

Dos temas religiosos de mucha importancia para las personas que habían regresado del exilio eran: (1) la adoración al Dios de Israel en el templo reconstruido de Jerusalén y (2) el estudio de la ley de Moisés para ver cómo tenía que vivir el pueblo de Dios en la situación actual. También en este periodo y por un tiempo, Nehemías sirvió como gobernador de Judea y ayudó a supervisar la reconstrucción de las murallas de Jerusalén. Aunque la gente tenía libertad para adorar a su Dios, su tierra todavía estaba bajo el control de los persas.

Vivir fuera de Judea

Mientras que algunos del pueblo judío se restablecieron en Jerusalén, otros se quedaron en las tierras gobernadas por Persia o se mudaron a otras grandes ciudades del mundo mediterráneo oriental. Algunos de estos grupos desarrollaron sus propias colecciones de las escrituras judías y sus propios métodos de interpretación. Grupos judíos también aparecieron en Siria y Asia menor, en África del norte y en las islas del Mediterráneo. Muchos escritos judíos de la época después del exilio vienen de Alejandría, en Egipto, donde los maestros judíos leían sus escrituras en conjunto con la filosofía griega. Estos maestros creían que este enfoque ayudaría a las personas a comprender las verdades básicas de la Biblia.

La influencia de Alejandro Magno

Entre los años 336 y 323 a.C., Alejandro Magno de Macedonia conquistó gran parte del mundo mediterráneo oriental, incluyendo Egipto, Palestina (donde quedaba Jerusalén) y gran parte de Persia. Después de la muerte de Alejandro y por más de un siglo, estas tierras estuvieron gobernadas por los generales de Alejandro o sus sucesores. Los más importantes de estos gobernantes fueron los seléucidas, que controlaban a Siria, y los tolomeos, que controlaba Egipto. Una u otra de estas familias reales gobernaron a Palestina, la tierra del pueblo judío, gran parte de este tiempo. Sin embargo, en el año 168 a.C., el rey seléucida Antíoco IV empezó a prohibir que la gente practicara la religión judía. Declaró que estaba prohibido estudiar la ley de Moisés, observar el sábado o practicar la circuncisión. Antíoco IV instaló también una estatua del dios griego Zeus en el templo judío. Sus acciones ofendieron profundamente al pueblo judío.

La mayoría de los judíos continuaron adorando en Jerusalén y aportando contribuciones anuales para apoyar al templo y sus sacerdotes. Desde su cautiverio en Babilonia, los judíos se reunieron informalmente en casas o en salas públicas para el estudio de las escrituras. Las enseñanzas morales y el conocimiento de Dios contenidas en las escrituras judías atraían a muchos que no eran judíos (gentiles) a estas reuniones. Algunos hombres no judíos eran circuncidados para poder convertirse en miembros de la comunidad judía (véase Hch 2:11; 16:1-3; véase también la nota sobre la circuncisión en Gn 17:10-11).

Las ideas y filosofías griegas, romanas y persas influyeron en los escritos judíos de la época. Esta influencia es evidente en muchos de los libros que son incluidos en algunas ediciones de la Biblia y conocidos como «deuterocanónicos» o «apócrifos» (véase el artículo «¿Qué libros pertenecen en la Biblia?»). Los escritores judíos también imitaron el estilo y la forma de un tipo de literatura romana muy popular llamado «oráculos sibilinos», que contenían profecías referentes al César y al pueblo romano. Los oráculos sibilinos judíos eran referentes al plan de Dios para el futuro de su pueblo.

La religión de los judíos después del exilio en Babilonia no siguió un solo patrón o estilo. Las personas practicaban y vivían el judaísmo de muchas maneras. Esta era la situación cuando Jesús vino a enseñar a la gente muchas cosas nuevas sobre Dios y su reino. Para una descripción de esta nueva fase en la historia judía, véanse los artículos «El pueblo de la ley: la religión de Israel» y «El mundo de Jesús: pueblos, poderes y políticas». Véase también el artículo «Sinagogas».

El pueblo judío reclama su tierra

El pueblo judío se rebeló contra Antíoco. La rebelión estalló repentinamente. Muy pronto la rebelión tenía un líder llamado Judas Macabeo (uno de los posibles significados de su apellido es «martillo»). Liderados por Judas Macabeo, los pequeños grupos de combatientes judíos derrotaron al poderoso ejército de Antíoco. Esta revuelta es descrita en 1 y 2 Macabeos en los apócrifos (véase el artículo ¿Qué libros pertenecen en la Biblia?). Finalmente los rebeldes purificaron el templo, un evento recordado por los judíos aún hoy en la celebración de Janucá.

Por último, los macabeos establecieron su propio gobierno. Los gobernantes macabeos que llegaron después de Judas se llamaron a sí mismos reyes, aunque no eran descendientes del rey David ni de la tribu de Judá. Esto molestó a muchos judíos que rechazaban el estilo cruel en que los macabeos gobernaban y los acuerdos que hicieron con Roma para mantenerse en el poder. El gobierno de los macabeos duró hasta que el general romano Pompeyo invadió Jerusalén y todos quedaron bajo el directo control de los romanos, era el año de 63 a.C.

Algunos judíos se convirtieron a otras religiones o filosofías porque estaban muy decepcionados del gobierno de los macabeos. Por ejemplo, un grupo de judíos estaba tan decepcionado con los sacerdotes del templo de Jerusalén, quienes parecían querer la riqueza y el poder que traía el servicio del templo, que se retiró de la sociedad judía y vivió como una comunidad separada en una zona árida cercana al mar muerto; y permanecieron allí, viviendo en completa obediencia a la ley de Dios como ellos la entendían. Ellos creían que Dios los ayudaría a expulsar a los sacerdotes que había y a reconstruir la ciudad de Jerusalén y su templo. A mediados del siglo XX, muchos libros y escritos de este grupo fueron descubiertos en un lugar llamado Qumrán cerca del Mar Muerto, y se conocen como los rollos del Mar Muerto. Entre estos rollos se encuentra la copia sobreviviente más antigua de Isaías, así como los libros de la regla de esta comunidad. Para más información, véase el artículo «La arqueología y la Biblia».

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